lunes, 29 de enero de 2024

28 de enero

 28 de enero 


He despertado. He querido constatar la temporalidad planetaria de un día festivo, mirando si en la rendija de la puerta que no cerramos, y con la duda he salido a dar pasos renovados de una mañana tapada en el lindar del contra este.

Subir la persiana. Poner en activo el foco de calor en el que lo primero que he visto ha sido su temperatura en frío. Poco más de quince grados. Eran pasadas las nueve.

A un cuarto de las diez ya había desayunado.

Hoy añadí gotas del aceite esencial al que voy tomando.

Siguen las flemas.

Espero a que la primera digestión de ese mínimo tomado no se vea interferida por la ingesta del fluimucil disuelto.

Ayer no escribí.

La noche anterior la pasé despierta a ratos. La cebolla que acompañaba a la crema de zanahoria, del día anterior, produjo gases que presionaban. No lo pasé bien.

Hubo un momento, en la madrugada, en que la inspiración alimentaba un texto. Lo escribí sobre pantalla.


sábado, 27 de enero de 2024

26 de enero

 26 de enero 

Hoy me levanté antes de las nueve.

Estuve en cama adormilada, pero pensando, un par de horas. No lo comprobé.

Pensaba en la casa de mi infancia y primera adolescencia. Del proceso de mejora. Desde llevar electricidad a poner en marcha el recurso del agua del pozo que tenía el espacio comprado por mis padres.

Pensaba en los dos tanques de agua que se mantenían por encima de nuestra vivienda. Mis pensamientos intentaban reconstruir el recorrido del agua. No lo recuerdo. Está claro que no me interesé en los dieciséis años que viví allí. Hoy entraría dentro de mis intereses, saber del mecanismo y recursos que hacían posible el servicio del que se disfrutaba.

Dejamos esa casa para ir al piso.

Las circunstancias que motivaron, o presionaron, fueron un plan urbanístico que amenazaba la zona. Plan que fue modificado y acabó con una ampliación de viviendas y un parque.

Mis padres tenían planes. Habían adquirido la casa de al lado, aumentando la producción láctea.

Empezaron a reformar la vivienda. Una buena cocina y un comedor, que se disfrutaron unos años.

Querían hacer un baño completo. Proyecto que no llevaron a delante, al saberse que nuestra casa no podría seguir en pie.

Durante esos años, con un aseo mínimo, tocaba lavarse por partes.

Cuando tuvimos una caldera y un cuarto de baño con bañera, nuestro aseo pasó a ser la mejor de las posibilidades.


Llevo días. Tengo flemas. Hoy tomé fluimucil forte. Queda poco. L ha traído otra caja.

Esa es la causa de que no me metiera en la ducha.

Voy arrastrándolo. No voy al médico. Quiero que mi sistema lo encare y supere.

Puedo cuidarme. No como cuando iba a trabajar.

Espero salir a delante.

Este año pasado rechacé vacunarme.

Quiero hacerme fuerte.

Chupo un caramelo. Respiral.

He vuelto a esos caramelos. 

Lo mismo que a comer carnes y tomar leche.

Ayer me quejaba de frío. Las temperaturas no son tan malas.

Flojera. Me estoy metiendo en cama temprano. Me siento cansada. Es esta batalla contra virus y bacterias.

El COVID de julio me dejó tocada. Espero que no hundida.

Me preocupa la sequía. Aunque en Vigo no debería, pero quiero estar en Barcelona, y ya la sufrimos las dos temporadas pasadas el año pasado. La de Primavera fue más grave. No podíamos usar agua ni para el café. Toda embotellada. Las marcas de cal, al dejar los vasos escurriendo. El pelo áspero al lavarlo. 

La situación es crítica.

En Vigo ya no bebemos agua del grifo.

Tanta embotellada es acumular microplásticos.

Lo mucho que ha cambiado todo en mi vida. De disponer del agua del pozo a este mal vivir.

En mi caso se complica la cosa. Sólo me sirvo de un riñón. Cuando pasé por pruebas previas a operación de histerectomía en el verano del 92, supe que sólo dispongo del riñón izquierdo. Posteriormente, se me dijo que sobre mí está la espada de Damocles, tal cual me lo dijo el doctor, que me hizo todo tipo de pruebas. En la Tecnon, en Barcelona. Su tesis fue que era algo, o de nacimiento o proveniente de un problema renal en la infancia, porque el izquierdo es mayor y compensa.

Desde aquella, tengo que beber abundante agua y no tomar bebidas con alcohol, y cuidar mi descanso, evitando esfuerzos.

Busqué otras opiniones, que quitaron hierro al asunto, y me dijeron que no temiera. Que puedo vivir muchos años. Evitar infecciones de orina y cuidarme haciendo vida sana.

Mi vida cambio. Dejé de salir de noche y me orienté a vivir de otra manera.

Tuve un seguimiento homeopático.

Ahora no.

Intento centrarme en mis intereses.

Desde que me jubilé, lo llevo mejor.

Aunque no confío en vivir muchos años. No me veo centenaria.


viernes, 26 de enero de 2024

25 de enero

 25 de enero

He despertado pronto. Es un decir, porque he pasado una noche inquieta. Flatulencias. El plato de estofado que tomé para comer. La cebolla. Estaba delicioso, pero he sufrido las consecuencias.

Evito cocinar con cebolla, porque sé a lo que me expongo.

Es una lata, pasar la noche yendo y viniendo, para no ‘perfumar’ la cama.

Un dicho: “Con un pedo y una bufa, la cama como una estufa.”

Me metí pronto en cama. Necesitaba descansar.

Ahora he disfrutado de la luna. Estos días se deja ver. Plenilunio.

He hecho vídeos que he llevado a tiktok.

Los cristales de las ventanas están empañados. El suelo estaba mojado. Humedad.

Hoy también he tomado el aceite de orégano.

Estornudo. El antiestamínico no alcanza para todo un día.

¿Por qué comparto este diario en blog?

Si no lo llevo a blog, siento lo perecedero de este artilugio, que depende de una batería y su carga.

Aunque me hice a escribir pulsando con el índice sobre un teclado sensible, para pasar este contenido a otro soporte sigo el proceso de ir copiando en blog.

Aunque, a veces, tomo notas en papel, hacerlo en pantalla me resulta más cómodo, aunque mi mano empieza a dar quejas musculares. Mis cervicales, también.


jueves, 25 de enero de 2024

24 de enero

 24 de enero 

Aún conservo su sabor. He tomado aceite esencial de orégano. Tengo aceite de oliva que estuvo un tiempo macerando hojas de orégano. Primero meto en mi boca ese aceite. La primera vez que tome el aceite esencial tuve quemaduras en el labio superior. Entonces adquirí unas cápsula y dejé de lado la esencia.

Hoy desperté con dolor de garganta. Lo tomé por eso.

Había puesto el despertador de viejo móvil que conservo para esa función. Debía esperar al repartidor del butano, que ha llegado antes de las ocho. 15,90. No le he dejado propina. No era el habitual. Si hubiera venido el de siempre, no le hubiera cogido el cambio, pero con éste no me ha salido hacerlo.

Mi despertador va adelantado, cosa que no rectifico, porque prefiero ese margen.

La luna estaba presente. He hecho grabación. Suerte, porque hace un rato, cuando me he asomado al ver que clareaba, ya no estaba. Casi luna llena. Creciente, a punto de plenilunio. No tardará. No siempre la puedo disfrutar.

Hace un mes que no pasó por la ducha. Lo necesito, pero me acobardo. Sobretodo por el pelo, que da pena.


Me duché. Al fin.

Salimos a hacer la compra necesaria. Había ofertas de productos a un euro. Compramos algo. De lo que solemos.

Comimos allí. En mi caso, estaba rico. Me llevé el pan. Estaba tierno. Para la merienda. Si lo tuesto mejor.

No hace frío. Me he dejado dos de las capas. Contra el frío me suelo poner capas.

Hemos tomado el café. Descafeinado. Cortado.

He cogido zinc y vitamina B12. No tenían la D. Me quedaba poco.

No he previsto lo de la farmacia. El hemicraneal está en las últimas.

Mañana.

Ahora a mis cosas.

pasaré un buen rato viendo cómo siguen las historias que emiten en la catalana. La aplicación me falla. Opto por imagenio.

Decidí no dejar de verlo, para no perder el uso de la lengua estando en entorno distinto.


miércoles, 24 de enero de 2024

23 de enero

 23 de enero 

Acabo de leer y ver libro de Isabel Franc. En catalán. Alicia en un món real.

Anoche lo cargué, pero tuve que dejarlo, necesitaba atender mi descanso. Dormir es irregular, en mi caso.

Estoy despierta desde las siete, más o menos.

Está tapado. 

Alergia. Pañuelos. Engorro.

Tomé antiestamínico. Me sale tomarlo a diario.

Ruidos de obras en piso próximo.

9:56


No hay límites.

Los límites los causan las barreras que no tienen en cuenta lo diverso en lo funcional.


lunes, 22 de enero de 2024

22 de enero

 22 de enero


El ego antecede a la nada.

Golpea en mi mente la voz Interior.

Escribo esas letras en pocas palabras.

Podemos crecer.

Envanecernos de nuestro yo, por logros efímeros.

Vivir en pantallas, escenarios de egos.

Nacimos un día y vivimos creando surcos, a veces con decisión.

Muchas veces arrastrando sombras de días sin sol.


Hoy no tenía textos. No leí ni escribí. Hasta que en mi mente surgió y plasmé lo que de la existencia concluí.


Yo y sólo yo. Mi yo. El ego inflado que nos lleva a generar contenidos que buscan aplauso y aceptación.


Generar es mucho.


Cualquier latido extemporáneo. 

Gritos de un silencio que cruje en nuestro interior. 

Susurros al alma. 

Estados de un estar pétreo tras y frente cámara. 

El ojo que mira no ve el iris si no se le aparece en superficie refleja. Espejos que dan imágenes invertidas, porque al gravarnos queremos tener el control reflejo de nuestros gestos, atrayendo una imagen con filtros que nos devuelven lo que un espejo no nos daría.

Quemamos tiempo. 

Lo perdemos. 

Hemos caído en el embrujo de nuestro tiempo.

Sobrevivir al deseo inalcanzable, desde la simplicidad de ser alguien que no es. 


Los nadie del mundo podemos soñarnos protagonistas en él.

sábado, 20 de enero de 2024

20 de enero

 20 de enero 

Ayer, al final de mi actividad diaria, empecé nueva lectura.

Acabo de leer allí donde me quedé.

Fue sugeridas por recomendación de una amiga en letras.

Estoy interesada.

Llevo cuatro libros de préstamo digital, y los que esperan.

Muchos a un tiempo.

Eso es un decir.

Leer en mi presente no tiene nada que ver con mi pasado.

Desde que escribo y afronto historias propias, no es igual.

Me sucede lo que en aquel tiempo de registros de vídeo. Eso me llevó a una lectura de la imagen y des apasionamiento sobre lo que se pretende.

La vida ha hecho lo mismo conmigo.

Haber emergido de mis cenizas en más de una ocasión me hace mirarla pasar con otra emoción. Lo que no impide que a veces, al descuido, me pilla desprevenida y vulnerable.

Ver otras trayectorias y revisar la mía hace de mí sujeto y espectador.


Anoche tuvimos luna sobre la ría. Refulgente.


Ya se cerró el día.


Saber a dónde no regresar.

Igual es un tiempo.

Un lugar.

Un ambiente.

Un grupo social.


Allá donde nadie sacó de mí mi mejor gesto y sentimiento.

Allá donde quemé mi mente y cuerpo.

Allá donde sufrí descrédito y perdí valor.


Con quienes no encontré acogida.

Con quienes me sentí inferior.

Con quienes jugué sombras enmascarando las ganas de huir.


Un lugar que me expulsó.

Un sitio de otros y otras.

Un espacio no acogedor.


Nunca volvería a ser yo en ese tiempo y lugar.

Nunca la niña.

Nunca la adolescente.

Nunca la joven.

Nunca más.


19 de enero

 19 de enero 

Decía papá que era friático.

Era julio y sufríamos 40 ºC. Dormía con manta. Tuvo un golpe de calor. La madrugada siguiente a mi 61 cumpleaños.

En septiembre, el día que hubiera celebrado su 91 cumpleaños, lo enterramos en nicho. Separado del de mamá, porque el de ella no podía ser abierto si no pasaban cinco años. El febrero del siguiente llevaría cuatro años enterrada.

Pienso en su última, o penúltima morada. Sólo garantizan cincuenta años. No se permite más, si no hay quien renueve.


Hoy no llueve. Cielo despejado. Han bajado las temperaturas.

Vamos a ir a comprar con los dos carros. Ya no encargamos. Subieron la cuota a domicilio. Con lo que no pagamos compensamos en parte subidas estrepitosas en productos básicos.


Aún estamos en condiciones de asumirlo. Encargar a domicilio era una comodidad y un engorro. Pedíamos la entrega a primera hora, y eso suponía poner alarma para despertar y estar al tanto.


Muchas de las compras, ahora las hacemos en el súper del centro comercial. Cada vez encontramos más a nuestro gusto. Hemos acordado ir una vez por semana.

La de hoy es por aquellas cosas que preferimos sean del que durante mucho tiempo nos hemos ido acostumbrando, y nos cuesta encontrar sustitución.

Serán dos carros, para repartirnos la carga.

He copiado en papel reutilizado lo que teníamos anotado en el pizarrín magnético. Dónde vamos anotando lo que hay que reponer.

Hoy es viernes, y el sol invita a salir.

Tengo pendiente lavar el pelo. Me estoy pasando.

Anoche se disparó la mucosidad.

Antiestamínico y agua caliente con miel y unas gotas de aceite esencial.

Voy a tomar el fluimucil. Sigo con algo de flemas oscuras. No mucho. Mejor evitar que vaya a mayores.

He estado por redes sociales. Actualizando, compartiendo y dando un vistazo. Ya he hecho mi dibujo. Hoy con simetría y capas.


Hemos comido fuera. Primero hemos llevado la compra a casa, distribuida en los dos carros.


Tenía que buscar una lana para poder completar el tejido que me pidió N, de 90x40. No he encontrado el mismo color, pero sí la misma textura.

También hemos cogido otras cosas.

Mi menú ha sido de guisantes de primero y alitas de pollo de segundo. De postre una manzana al horno. Le faltaba cocción, pero se ha podido comer. Agua.


El café en el centro comercial, por el que entramos para regresar y evitarnos subidas.


Ayer quedaron lentejas. Tendré que tirarlas. Sólo servían para hoy.


Ayer estuve leyendo nueva novela. 

Hoy no me da por leer.


jueves, 18 de enero de 2024

18 de enero

 18 de enero 

Por entonces, apilábamos los periódicos a lo largo del pasillo.

En algún momento decidí sacarlos.

También me deshice de cómics.

Es habitual en mí querer aligerar la carga, pero sigo con mucho lastre.

Cuando trabajaba me cambiaba casi a diario, si llevaba falda. Es algo que no sé porqué lo hago. No suelo llevarla, pero si un día la pongo, al siguiente no repito.

Sin embargo, roto dos o tres pantalones.

Sólo cambio las bragas, aunque suelen estar limpias, porque uso toallitas húmedas, y me pongo salvaslip si salgo.

Soy muy sensible a los olores.

No me perfumo, irrita mi pituitaria.

He ido sufriendo de alergias con más asiduidad.

También sensibilidad en la piel.


Era importante saber qué leer. Las recomendaciones. Los libros prestados que iban de mano en mano.

Carnet de Bibliotecas varias.

Libros adquiridos con los pocos recursos de los que se disponía.


17 de enero

 17 de enero

Anoche pensaba en lo que mamá me contaba sobre sus primeras vivencias de casada.

Que en el pueblo veían precipitada su boda, y que alguien dijo que estaba sangrando. Por lo visto con la regla (menstruación).

Eso me lleva a evocar un eufemismo al respecto. Que hay mondongo.

Que tuvo que dejarle unas medias, prenda imprescindible para las mujeres en esa época, que siempre debían llevar, hiciera la temperatura que hiciera. Eso y faldas.

Los que se vestían por abajo eran ellos.

En esos tiempos aún había mujeres que llevaban calzones rajados para poder orinar de pie.

Mi madre se había cosido todo a mano. su madre, mi abuela, le ofreció comprar una máquina de coser, pero como le dijo que no se la podría llevar, le respondió que así no la quería.

Una vez casados, quizás después de un par de años, compraron una Alfa a plazos. En esa aprendí yo.

Yo me compré una Singer de enésima mano en los encantes de Barcelona. Allí fui encontrando muchas cosas, en los primeros años en que me instalé en el barrio.

Ahora no adquiero nada que no sea nuevo e imprescindible.

Las dos máquinas de coser no sé por dónde paran.

La mía se la di a una mujer que sé que ya no está viva. A ella, también le di mis zapatos de tacón. En mis tiempos los llevaba de seis centímetros. Recuerdo que tuve unos negros con una pequeña plataforma.

Yo me transformaba si iba a una boda. Zapatos y falda. Siempre tuve buena percha. Eso se hereda. 

Comúnmente visto casual y cómoda. Cada vez más.

Volviendo a los recuerdos de anoche. Los ahorros con que contaban mis padres, cuando se casaron, se fueron en pagar deudas acumuladas. Eran gastos familiares de aquellos momentos en que iban por algo y se lo apuntaban.

Cuando se fueron del pueblo a la ciudad, mamá llevaba un billete de cinco pesetas de las de antes, dentro de su devocionario.

Libro que tenía a menudo en sus manos, y yo conservo. 

Añado que el día que sufrió el infarto que trastocó nuestras vidas, lo tenía en sus manos. Eso me contó posteriormente.

martes, 16 de enero de 2024

16 de enero

 16 de enero

9:19

Se mueven nubes grises. Suelo mojado. Amanecer tardío.

Las luces en la calle apagaron, no así en el centro comercial. Tienen distintos sensores.

De pie desde antes de las ocho.

15 ºC es buena temperatura para este invierno vigués.


11:19

Laurel. El pollo hirviendo. Olor del que le he puesto.

Haremos sopa de fideos.

Recuerdo. Papá y mamá tuvieron una hermosa mata de laurel creciendo junto a las otras que tenían en la larga galería de la delantera del piso, ocupando y alegrando, su habitación, el salón comedor y mi dormitorio.

Después de enterrar a papá, cuando entré en casa, todo se había marchitado. Nadie tuvimos en cuenta que esas macetas necesitaban riego.

Nuestras vidas colapsadas. 

No volví, después de mover mis cosas con ayuda de A. Ella las llevó en su furgo. No todas, porque le dejé lo que pensé le era útil y para mí prescindible. Incluso unos botines de papá y su tabardo.

Vuelvo en mi memoria a ese pasado.

Mi hermano vendió la casa.

A veces, me gustaría haber pensado en llevarme algo. Detalles que quizás tiraron.

Nada queda de ese viaje.

Suerte que me llevé las fotografías.

Los objetos de valor, me ofrecieron coger alguno, pero no quise.

Desde que ese adiós sin retorno, a mamá, y después papá, nada de valor es valor para mí. Ornamentos de oro o plata que espero valore su nieta, mi ahijada. Yo misma le he dado algunas cosas. Ya no luzco anillos ni pendientes. Nada de ello me cuaca.


Del 12 al 13 de enero

 


Atravieso el día, de la mañana a la noche. Si duermo.

Pienso que no tengo sueño, que me levanté a las nueve y pronto serán las 12, momento en que cambio de día. Será sábado, aunque lo piense noche, y diga hoy, siendo mañana.

He reabierto uno de los canales, y los he repuesto a público. Cerré hace diez días. Parecían más.

El tiempo se mueve en distintos planos.

Ésta es mi actividad, además de otras en casa.

No salgo.

Pillé algo. Intento contenerlo, pero tomo ibuprofeno y fluimucil, además de miel y aceite esencial.

Abrí un canal en catalán. En él comparto fotos de Barcelona. Quiero centrarlo en la territorialidad. He encontrado ese universo que no tenía a la vista desde los otros lugares.

Me ha abierto el lenguaje que se me estaba oxidando.

He empezado a hacer anotaciones a mano. En catalán o castellano, según me da.

Son las 23:40 del 12 de enero.

Hoy hemos tenido temperatura más baja. Ha costado llegar al ambiente agradable de este momento.

Ayer me fui a dormir con frío.

Estos días me arropo más.

Mañana están previstas lluvias de nuevo, pero mejores temperaturas.

El deshumidificador nos beneficia.

Este paréntesis de frío sin lluvias ha servido para poner lavadoras.

Tengo algo de flemas. Antes de comer he tenido un mal rato. Sensación que he creído venía del estómago, y que se ha aliviado soltando algún esputo. No mucho.

La garganta sigue regular.

A lo largo del día mi comida ha sido:

Café con leche (desayuno).

Bocadillo de queso en la grill, y plátano (media mañana). Para tomar ibuprofeno. También hemicraneal. (Tenía sensaciones que me hacía pensar en migraña).

Sopa de fideos con muslo de pollo + tostada + dátil y higos secos + chocolate (comida/almuerzo).

Tazón de leche con mezcla de cúrcuma, jengibre y pimienta negra con galletas (cena). Sigo tomando la pastilla que me recetó el neurólogo. Para tema de migrañas. No sé qué me hace, pero decidí aguantar un tiempo, a ver si mejoro. De momento, necesito hacer frente a crisis migrañosas.

Si tengo fiebre, no la detecto. El hemicraneal contiene paracetamol.


13 de enero

 13 de enero


En realidad, nunca fui de Huesca, aunque nací y crecí. Siempre tuve una rabia y un desacato. Una mirada que señalaba sin agrado.

Allí estábamos los descendientes, no los ascendientes. Ellos eran de tierra y polvo, considerados torpes e incultos.

Esa cultura ajena era lo que incitaba mi acción. Quería tenerla. Hacerla mía.

Me ahogaba con todos los impedimentos y leyes ocultas. 

No quería la vida que se me ofrecía. Quería otra.

Liberarme de ataduras y normas.

Me fui en disimulo.

Ahora se cierra el círculo.

No vuelvo.

Mis padres fueron el último eslabón que me atrapó.

Sin ellos, ese mundo queda en una idealización de memoria de pasado.

Mi hermano encaja, yo no.


Artificioso resulta lo que buscas. Quieres ser y desprenderte de lo que eres, sin contar con tu esencia que pace plácida allí.

Leer ávida de saber. Escuchar música. Acceder a círculos de opinión. Escuchar y opinar. Está bien, pero no basta. Eres de fuera, de otro estatus, estrato. De un mundo trenzado y tejido, sin libros sesudos. Un mundo de credo y creencias. Un mundo que acepta el grado y condición que separa. Un mundo que te asigna papel sin elección.


No tuve hijos. Deshice un linaje que siguiera mi estela. A veces pensé que fue error, porque perdí la ocasión de mirarme en la mirada del hijo o hija, y la de esos descendientes que nunca estarán. Pero no quería traer a alguien a aquello que me comprimía. Pude atreverme, pensando que sola lo haría, pero no. Aunque me guié por impulsos e intuición, en ese sentido apruebo mi decisión. ¿Cómo podría mirar a sus ojos y reconocer que de nada sirvió? 

¿Cómo? 

Esta vida no mejoró la anterior.


El paisaje humano cambió. Mi barrio y mi calle de aquella infancia que mi recuerdo idealiza no tiene nada en común con la que pude observar tiempo atrás, cuando iba a estar con mis padres, y posteriormente con papá. 

Llegué a coger casa propia. En ella sentí la cruda soledad. Allí aprendí que no volvería nunca, una vez cerrara el ciclo. Y así es. No hay pies que me lleven. En Huesca hice los 61. Allí estrené mi jubilación. Enterré a mis padres y abandoné su tumba al cuidado de mi hermano. Sólo volví en un viaje que no superó las horas justas de renuncia y adiós.


Después nos vimos en Barcelona.

El resto han sido desencuentros y justas palabras que el final del año 2023 han quedado en escuetos whatsapps entre nosotros.

Seco páramo al que ha llegado nuestra relación de hermanos.

Ni tú ni yo daremos otro paso.

Nos pensaremos. Al menos yo te pienso y recuerdo.

Alguna vez recibo imágenes transitórias.

Me pesa la ausencia, pero nuestra presencia en el mundo sólo confluye en lo emocional. En ese latido que seguro me haría temblar, porque te admiré siempre, aunque tu personalidad y la mía son tan distantes y a tu lado se haría difícil ser y estar.

Para mí Huesca es muchas cosas. De bueno y de malo. 

He vivido el rechazo. La mirada de arriba a bajo. El bajo precio que a mí me han dado, y me dan.

No puedo medrar allí donde no valgo con mis atributos. Allí donde se me coloca en segundo lugar.

Soy la primera persona.

No me extraña, aunque me duele, el rebrote de esos cascos de caballos que galopan pregonando que nos van a golpear.

Cincuenta años de un crimen. Yo tenía a la puerta cumplir los veinte. 


Mi mundo no se ajustaba. 

Se me habían caído velos de ignorancia y creencias.

Quería ser yo. 

No la sombra. 

La hija de. 

La hermana de. 

La esposa de.


Elegía el amor libre. 

Evitaría embarazo no deseado y/o trampa que me subyugara a la condición de mujer que amamanta y cuida de casa y prole.


No se hizo sola mi disidencia.

Había aprendido con influencias.

Sólo lo conseguiría si me desprendía. 

Si me alejaba de casa y ciudad.

No fui valiente. No hizo falta. Mantuve apariencias que no levantaran polvo en ese estatus social de ser correcta.

Guarde apariencias.

Él era el novio. De lo que hiciéramos o no, podían pensar, pero no afirmar.

Tampoco me acomodaba.

Duró lo que duró.

Ocultar mi vida real en ese momento, en lo familiar, se fue llevando.

Al dejar la relación de noviazgo, que preveía un matrimonio futuro, ante ellos era soltera y libre, sin dependencias ni dependientes. 


*Lectura que me ha llevado a empezar el hilo de hoy. Un nuevo país al otro lado de mi ventana, de Theodor Kallifatides. Reflexiona sobre su condición de extranjero, de griego que vive en Suecia, desde un desajuste ideológico con su origen.

Habla del idioma. Yo encuentro paralelismo con mi asunción del catalán. Él hace este viaje reflexivo tras cuarenta años residiendo en ese país, con mujer e hijos. Su condición de emigrante.


Empecé a leer poco a poco. Aunque es un texto que tiene menos de cien páginas, no es para leer de tirón. Toca parar y reflexionar.


Hay ciertas cosas, en él, que me hablan de mi condición.


viernes, 12 de enero de 2024

12 de enero

 12 de enero

La última cena de mamá. Rechazó el postre. Quería su yogurt. Mi prima A, qué había subido de cocina al ver su nombre en la bandeja, la animó a tomarlo. Era un dulce en tarrina, de nata y chocolate.

Estaba yo asomada y he visto que descargaban yogures. Eso me ha llevado a recordar ese momento.

Qué poco sabíamos de la mejoría de la muerte. Nada.

El 2 de febrero, a las 2 de la madrugada llamó mi hermano.

Era el 2012. Nuestro primer aniversario, de un matrimonio secreto entre nosotras, que llevábamos años desde que mirarnos se volvió en deseo, en ese otoño del 1990.

Son cifras sin cuento. Unas veces lejanas, y otras condensadas.

Con la muerte de mamá empezaron a caer velos. Se lo dije a mi tía, su hermana, en la cocina de la que fue nuestra casa, después de la de la vaquería. Mi prima se quitó la peluca, liberándose. Papá se había acostado. Mi tía durmió a su lado, en la cama en que mamá había estado.

Papá y mamá habían pasado a dos camas pequeñas, juntas.

En ese tiempo, dormían en la habitación que había sido de mi hermano, porque estaba cerca del aseo. Único en un piso de cuatro habitaciones.


miércoles, 10 de enero de 2024

10 de enero

 10 de enero

Dejé atrás.

Mi cuerpo.

Mi mente.

Mi alma.


Digo ser yo.

Pero no soy.

No aquella que soñaba con un futuro intangible que hoy no sé identificar.


Hay un documento que me reconoce.

Una firma y una huella en mi piel.


El tiempo de ayer se quedó con quien fui.


Reviso el rastro que dejé en papeles fortuitos.

En agendas que están en cajones, o de las que guardo hojas sueltas, en las que escribí o dibujé.

También en algún libro.

Entre sudokus.

En esas notas de móvil.

Móviles que almaceno.

Discos duros y lápices de memoria.

En CD’s y DVD’s.

En un caos que acumulé.


Gravé mi voz.

Escribí sobre lo escrito, diferenciando en renglones cruzados.

Hice anotaciones sobre manteles y servilletas de papel.


Idealicé que tras mi muerte, todo lo mío quedara en cenizas.

Que entre una multitud de la cadena del ser a nadie más llegaría.

No debo exigirlo.

Saltaran por los aires tantos recuerdos.

Todo irá yendo a ojos que no ven.


Demasiado lastre acumulé.

Y aún sigo.

Ocupo el espacio expandiendo sobre él.

No me basta lo elemental y básico.

Me arropo con música y libros.

Remiro retratos y todas las huellas que he ido dejando.

Me escucho y veo sabiendo que vengo de un renacer tras otro.

Apuntó recuerdos, como si con ello llegara a ser.


martes, 9 de enero de 2024

9 de enero

 9 de enero

La caligrafía encarrila, somete la mente a la forma, al modelo gráfico que la sostiene.

Verbo y voz.

Me quiero libre.

La palabra en trazo intangible.

viernes, 5 de enero de 2024

5 de enero

 5 de enero 

Mamá no entendía porqué a otros sí y a ella no.

Para tocar una muñeca un rato acarreaba agua para quien la tenía.

Ella cogía nieve del tejado y le echaba azúcar.

Supervivencia.

Inocencia.

Carencias.


A mí no me llegaron, tampoco, muchas cosas.

Pero de que tuviera muñeca se aseguraba.

Lápices de colores.

Estuche.

Lápiz, goma y tajador (maquineta de hacer punta).

Pucheros y útiles en miniatura.

No viví el consumismo.

Todavía no se había instituido.


A mi sobrina le llegaban muchas cosas, pero con control, porque mi hermano y cuñada estipulaban una cantidad a nuestro grado que usar para hacer realidad sus demandas.


A los pequeños y pequeñas familiares ya no les coge con fuerza esta fecha. Para ellos la prioritaria es la del 24 al 25 de diciembre, aunque algo más les llegará.


Recuerdo que se decía que con los reyes apenas les quedaba tiempo para jugar con lo que les llegaba, porque tras ese día las vacaciones llegaban a su final.


En la escuela dónde terminé mi docencia al jubilarme, se dedicaba una tarde de juego y compartir. Un sólo regalo a enseñar a los demás, y dejar a otros jugar con él.


miércoles, 3 de enero de 2024

3 de enero II

 Mi año nuevo

Empieza cuando cumplo años. En éste que se recibió con uvas que fui mordiendo campanada a campanada, y luego comí, entraré en el setenta de mi ciclo solar, y si me remonto a cuando fui concebida, que ignoro, deberé pensar que igual fue en noviembre o finales de octubre, con los primeros fríos de mi Huesca natal. En esa cama de papá y mamá, en la que hubiera querido soñar y eludir esos miedos nocturnos que me hacían gritar, llamando a mamá.

Bolsas de agua caliente y mantas. Tantas que te aplastaban.

Quieta allí donde mi calor ahuyentaba el frío. Todo lo contrario al verano, en que rodaba buscando un sitio refrescado.

Seguí el ritual a medias. Brindé con una copa vacía. El agua no estaba a mano, y me niego a ingerir otros líquidos para brindar.

Mis migrañas asedian mi paz.

Sí que besé y deseé un buen año.

Salud. Ese es mi único deseo plasmado.

Salud y libertad.


3 de enero del 2024

 3 de enero del 2024


Distracciones varias me han alejado de tomar notas relevantes de mi transitar.

Intenciones tendré.

Una de ellas, reducir tiempo en redes.

Estos días he estado muy metida.

He jugado con filtros.

Una pérdida de tiempo.

Algo tan inútil que sólo entretiene un rato.

Verse transformada en lo que no eres cuando te miras en el espejo.

Ni siquiera encontrarte, en esa imagen pasada que construiste, a través de la memoria que dibuja, lo que sólo ocurre en instantes incontrolables.

Este tránsito, de festejos y rituales, lo he vivido en positivo.


Son nueve años, el tiempo entre recuerdos helados de mi orfandad. En febrero dejó estas cuitas. Mamá queda en muchos reflejos que me llevan a pensarla y nombrarla.

Su cuerpo carne se disipa. Se contrae. Se transforma sin testigos.

Un nicho que le quitarán al cabo del plazo que no estará en mi mano evitar. Sus padres descansan para la eternidad. A ella la moverán, si nadie lo impide.

Dentro de ese plazo no se es polvo. Habrán crecido las uñas y cabello escaso. En un ataúd cerrado y encerrado.

No hubiera querido pasar por crematorio. Lo rechazaba.

No sabemos nada de lo que acontece en esa esencia llamada alma. En ese ser que dejó de estar para nuestro ir y venir en el desgaste temporal.

Cuando volví a la casa, dejando su cadáver en la soledad, pensé en en una estrella que ubicaba desde una ventana de la que, tras la muerte de papá, dejó de ser un lugar en el que estar.

Dejé la casa. Dejé la ciudad. Dejé la tierra que con ellos pude pisar. 

Nada permanece.

Todo se va.

De prestado.

Los huesos siguen años y años.

Las ciudades con sus edificios y calles, aplastan y cubren.

La vida se va y renueva.

El crimen acelera ciclos.

Muerde allí donde puede y le dejan.

No sólo en ataque directo.

Lo hace por dejadez y descuido, creando barreras y vallas infranqueables para los nadie que son mero accidente en éste estar,

Los hijos que no tuvimos.

Tu muerte espera la mía.


30 de diciembre

 30 de diciembre 


El poema se rompe.

Se rompe el poeta.

Se rasga por dentro, 

buscando su esencia.

28 de enero