miércoles, 29 de noviembre de 2023

29 de noviembre

 29 de noviembre 

Siempre tuve debilidad por los objetos de escritorio.

Me paraba ante los escaparates que los exhibían.

Acumulé estilográficas.

Cuadernos.

Papel secante.

Plumines.

Tinteros.

Lápices y gomas.

Colores.

Papeles.

Libros.

La máquina de escribir llamaba mi atención.

Papá me alquiló una y compró un libro de ejercicios de repetición.

Cada día al mediodía repasaba.

Cuando pude usarla con cierta soltura me compró una.

En ella hice trabajos de los que se me asignaban en los estudios.

Sigo mirando ese tipo de escaparates y sección, sintiendo el cosquilleo del deseo que contengo.

Cuando estudiaba en los primeros años, tenía pluma con cargador. Posteriormente llegaron las que admiten un cartucho y el tintero se dejó de lado.

Aún adquiero alguna pluma recargable. Suelo hacerlo atraída por la sección que tiene material para escolares.

Si escribo en papel, suelo usar lápiz.

Escribí con bolígrafo y punta fina. Otros objetos que también me tientan.


martes, 28 de noviembre de 2023

28 de noviembre (V)

 28 de noviembre (V)

Tenía prisa por salir de sus dominios. De sus normas.

Mi mayoría de edad, 21. Nací en el 54.

Me recuerdo muy niña haciendo trabajos a mi alcance, en la casa y en el cuidado de los animales.

Estar activa es lo habitual. Leer y escribir es una de mis actividades más preciadas.

Las creencias son constructos sociales. Nací dentro de un entorno que no admitía otras creencias, o la negación.

Aprendí sus rituales y ceremonié con ellos.

Con la posibilidad de dar clases en escuelas de EGB, marché a Barcelona.

En el 82 adquirí mi vivienda. Antes fui de alquileres anuales sin renovar. Allí mis cosas llegaron en una Camioneta que contraté. Era enero del 1982. Había vivido sola y salido de algunos naufragios. La casa tenía muchas carencias, pero era mía. Fui abonando una cuota mensual de un préstamo personal. No me facilitaban ninguna hipoteca. Posteriormente cambiaron las políticas bancarias. Me dijeron que no la podría asumir. No en sus criterios. Tenía mi nómina y ninguna carga. Podía. Así que lo cogí con lo que no había gastado. Entonces no me planteaba el ahorro. Simplemente aquello de no estirar el brazo más que la manga. Ayudaba, en esa época, que desayunar y comer fuera de casa era factible, sin ningún descalabro. Tenía para cultura y encuentro con mi gente. Lo que no hice fue invertir en reformas o muebles. Ni siquiera tuve, al principio, ningún electrodoméstico. Ni lavadora, ni nevera, ni cocina. Entonces nada de microondas. Para hacer algo, un camping gas.

Allí donde trabajaba hubo comedor escolar, pero muchas veces salí para volver renovada. 

Cuando salía me iba a las Ramblas. Por la tarde, solía volver andando, entrando en librerías, muchas de viejo. Iba siguiendo estrenos de cine y arte y ensayo. No tenía televisión. La primera que compré, pequeña en blanco y negro, para desarrollar una afición que me cuajó cuando hacer vídeos estuvo a mi alcance.

Posteriormente entró la de color. También pequeña.

Hubo una época en que instalé antena y seguí alguna programación.

En los inicios de los noventa me encaramé a la informática. Los cursos, cursillos, nos los ofrecían a docentes, después de clases y en las escuelas de verano.

En el 2006 entré en la dinámica bloguera y desde entonces ando entre pantallas, participando de esta comunicación.


No dormí. El moqueo y congestión no me dejaron. Ahora parece que empieza a remitir. Veremos.

28 de noviembre (IV)

 28 de noviembre (IV)

¡Ay el sistema!

Impersonal.

Ilocalizable.

Invisible porque estamos dentro y no podemos hacer un zoom y mirarlo desde fuera, y ver sus pros y sus contras.

Otros sistemas pasaron.

Los hay que los miran con nostalgia.

Yo no.

No quise ser mi madre, aunque me aproveché de que fuera ella y no otra. Era incondicional. Entregada.

No quise ser la abuela Carmen.

Menos, la otra, a la que debo el nombre y me cuesta pensarla como mi abuela, porque mi padre la perdió con once años, en la más cruda realidad.

Esas mujeres familiares y vecinas.

Desde ésta distancia resignifico.

Vuelvo a mirar ese sistema que envolvió la niña que fui.

Y las miro a ellas.

Más atrás sólo algún comentario o fotografía familiar. Escasas.

Hoy tomamos constancia en todo momento.

En mi casa el único libro era el devocionario que alguien le regaló a mamá, al que fuimos sumando los libros escolares, de mi hermano y míos.

Tuve acceso a otros. En la casa de mis tíos de Huesca y en la de los de Barcelona. El baúl que guardaba libros, seguramente prohibidos, en el taller de un vecino menor que yo, con el que jugaba a menudo. Su tío, que era un manitas, había pasado por una trepanación. Le hacía juguetes de madera, con ruedas, y nos enseñaba un motor de avión en tamaño pequeño.

Pensaba que lo que mis ojos veían era el rastro de una ideología mancillada, porque con el tiempo esos libros me hablan.

Un modelo lector, de siempre, fue el abuelo de esa casa, que se sentaba a la puerta de la nuestra leyendo novelistas de vaqueros que se cambiaban en el kiosco por un módico precio.

Para mí leer era un placer. Lo es.

28 de noviembre (III)

 28 de noviembre (III)

Todo contacto es un intercambio.

28 de noviembre (II)

 28 de noviembre (II)

Es cierto, integramos de la vida aquello que nos resultaba molesto.

Primero lo combatimos.

Hacemos aspavientos.

Criticamos o callamos.

El tiempo pasa y nos pone ante el espejo.

28 de noviembre

 28 de noviembre 

Sin dormir. Mucosidad. Constipado. Difícil conciliar un sueño reparador. Estoy cargada. Anteayer cogí frío. Estas son las consecuencias.

Pienso en mis padres. Papá, con 62 se jubiló. En el verano, de sudar, cogió una neumonía. Empezó a conocer aspectos del tiempo libre que nunca antes había saboreado.

Atender a sus vacas no le daba día libre. En la hospitalización las atendió mi hermano. Yo no estaba en España. Aquel verano lo pasé en Rouan. Mi hermano llamó por teléfono cuando estaba mejorando, casi no lo cuentan.

No sé cuál fue el proceso. Imagino que buscaron salidas y fue posible esa opción.

Al principio, papá andaba desorientado. Poco a poco fue ordenando su vida. Se apuntó en una agrupación folclórica de jota, para cantar. Entró en la sociedad de pescadores. Uno de sus entretenimientos en horas libres del día, si podía, era salir a pescar. Muchas veces con mi hermano.

Vendieron las vacas. Mi hermano no quiso seguir con ello. Él se encaminó a la música.

En casa, papá colaboró cuidándose de regar las plantas y haciendo muchas de las compras.

Él tenía la costumbre de leer el diario. Lo recibía en casa, pero pasó a leer el habitual y otros en un centro frecuentado por jubilados.

Disfrutaron los dos de los viajes del inserso. A mí no me ha dado por ahí.

Hicieron nuevas amistades.

Decidieron hacer algunas actividades por separado. Mamá se reunía con amigas a jugar a la perejila. Solían hacerlo en cafetería. Papá iba al centro de jubilados a jugar al guiñote. Eso por las tardes.

Hubo un primer periodo que disfrutaron.

También, en verano, permanecían en la casa que habían habilitado en Fañanás, el pueblo de papá.

Hubo algunos percances de salud que fueron sorteando, pero el más grave, que marcó un antes y un después, fue una caída de mamá, enredada con la sábana, en junio. Al principio pareció no ser tan grave, pero progresivamente la incapacitó bastante. Tuve que atenderlos en el verano. Ella no podía hacer las tareas que solía. Las hacíamos nosotros, pero yo debía reincorporarme en septiembre.

Nos reunimos mi hermano, mis padres y yo con una asistenta social y ésta valoró que debían seguir en su vivienda y dadas las circunstancias recibir ayuda a domicilio. Empezaron con una prestación que acabó siendo diaria. También buscaron a una persona, A, que nos recomendó L, una vecina, para que hiciera tareas de después de comer. La del ayuntamiento acabó haciendo dos horas por las mañanas. 

Mamá fue retomando muchas de sus funciones, conforme mejoró, pero no se recuperó del todo. 

El 2000 fue un mal año. Papá pasó por quirófano en las fechas de Semana Santa. El post operatorio fue duro, casi una gangrena. Era en sus testículos.

Posteriormente sufrió una crisis de ansiedad. Ajustaron una medicación que la alivió, pero nada volvería a ser como antes.

Mamá con un infarto el año siguiente. Al poco tiempo un ictus. Medicación. Declive.

El remate final, cuando tras una caída levantándose del sillón, tras la hospitalización, andador y silla de ruedas para poder salir a la calle. Hasta ese momento le iba bien un bastón.

Tuvo que aceptar una persona en casa. C, la aceptó a regañadientes.

Para que C librara el fin de semana, cada quince días estuve yendo a Huesca, y los festivos y vacaciones también. Entre mi hermano y yo lo fuimos sorteando.

Entre una y otra, papá pasó por un tema de vejiga, con quimio. En esa estuve cogiendo un bus los viernes por la tarde y regresando el domingo, en uno que salía a las cuatro. Quería acompañarlos.


Tantos trabajos. Tantos afanes. Tantos. El fin la nada.  Ellos en mi memoria. Recuerdos hilvanes.


Era muy chica cuando la monja nos tenía enhebrando una aguja. Era el primer paso. Debíamos hacer aquello asignado a futuribles.

No he sido madre. He dudado algunas veces, pero fue inevitable tras la histerectomía en julio del 92. En la Quirón. Allí cumplí años.

Empezaba nuestra relación. Antes de entrar a clínica tuve que hacer un depósito. Había cajero allí mismo. Cuando debía volver a casa, me hicieron esperar para poderlo recuperar. El trato en interior fue de lo mejor, pero esa salida fue amarga.

En ese momento, mi hermano vino a buscarnos, papá y mamá estaban conmigo. Nos fuimos a Huesca, pasados unos días.

Volví a revisión a final de agosto. No lo recuerdo con exactitud. Me reincorporé a primeros de septiembre. No cogí baja. Lo pasé en periodo vacacional.

A finales de julio fui a Benabarre. S me recogió en Lérida, a donde llegué con bus desde Huesca. Ella con su grupo de poesía participaban en un encuentro en una residencia de la tercera edad.

Con mi hermano hicimos un viaje, desde Huesca hasta Vigo. Por la costa.

El 10 de agosto estábamos de vuelta.

En la clínica, cuando me acompañaba, me habló de su enamoramiento. Me alegré por él.

domingo, 26 de noviembre de 2023

26 de noviembre II

 Persisten recuerdos

Fumar

Tabaco.

Pendientes. 

No los llevo. Mi abuela decía que una mujer sin pendientes era como un aparador sin fuentes. Ella tenía dichos para todo.

Dejé de fumar. Por mi cuenta. Recaí con control. Cambié de tabaco negro a rubio. 

Era el curso 81-82 en el Cascabel. Mis compañeras fumaban cuando tomábamos un café. Nos agenciamos una cafetera y en un espacio reducido, de una prefabricada en terrenos de frontera, entre Barcelona y San Adrián del Besos, en la que elegí impartir clases a un primero de EGB.

Con ese café apetecía un cigarro. Me lo daban. Rubio. Quise corresponder y acabé comprando paquete diario. Lo volví a dejar, años atrás. No recuerdo con exactitud. En ese periodo la marca elegida fue Fortuna. En la siguiente recaída fueron los Camel.

Al fin lo conseguí. No había prensa en contra. Elegí. Era quemar el dinero. Así me lo planteé.

Recuerdo que en la desintoxicación mi cuerpo cogió resfríos y alergias. 

Ex fumadora.

Mi madre, que no fumó nunca, lo fue pasiva.

Leía y tenía el cigarro encendido. Estudiaba, y también. Contaminaba el espacio familiar y llenaba ceniceros.

Dando clases, nunca fumé en él aula. Salía al patio, y sí.

Empecé a trabajar en Barcelona en el 76.

Estando mamá hospitalizada compré mis últimos pendientes. De oro. Mis orejas no soportaban otros metales que no fueran oro o plata. Lo hice para que me viera con ellos. Cuando la enterraron dejé de ponerlos. Ni siquiera soportaba mi piel su contacto. Somaticé. Supongo.

26 de noviembre

 26 de noviembre 

Mamá.

Su último día en casa la Nochebuena.

Tuve que llamar a urgencias en la madrugada. La cosa se nos iba de las manos. Pañales de noche que no bastaron. Cambios de camisones y sábanas. Enferma. Neumonía clínica.

La jornada navideña fue desesperante. Papá no entendía. Yo menos. ¿Por qué las habían mandado a casa?

Ella y su hermana hospitalizadas. Les dieron el alta sin estar curadas. Mamá murió, sin ver vuelta buena, hospitalizada. La madrugada del 2 al 3 de febrero. Mi tía, la pequeña de sus hermanos, el 22. Poco habitaron el 2012.

Se agolpan recuerdos de esos días.

La memoria los trae.


25 de noviembre

 25 de noviembre 

Leyendo se mueve el recuerdo.

Papá.

Su última Navidad.

En su casa.

En esas fechas me quedaba con él. M, la interna, marchaba con su familia. A Rumania.

Había quedado con A, ella haría ciertas tareas domésticas para aliviarme.

Fue complicado. La rechazaba.

No recuerdo exactamente si fue Nochebuena o Navidad, le pelé los langostinos y en el momento que dediqué mi atención a los míos me pidió comida. Lo hizo sin saber exactamente lo que hacía. No controlaba. Esa fecha fue complicada. Muchas veces rechazaba las comidas que preparaba para los dos.

Mi hermano pasaba dos horas con él para que yo descansara. No salía, me tumbaba encima de la cama y les escuchaba. Jugaban al guiñote y la televisión encendida era el fondo.

Para que papá comiera le añadía mayonesa. Le gustaba.

Tiré mucha comida que rechazó, separando el plato.

Costaba superarlo.

Mi tiempo, antes de que se levantara era el único del que disponía para ir a buscar el diario para él y hacer las compras.

Papá no salía desde tiempo atrás. Una vez desayunaba se sentaba a leer el periódico.


viernes, 24 de noviembre de 2023

24 de noviembre

 24 de noviembre 

Alejarse.

Ausentarse.


Pasar página.


Volver es evitable.

Recuperar la mirada no está al alcance.


Retomar lo dejado, tampoco.


El abismo se abre.


Alejarse y seguir en nuevo lance.


El pasado no es habitable.


Se rememora un espejismo de quienes fuimos antes.


jueves, 23 de noviembre de 2023

23 de noviembre

 23 de noviembre 

Reencuentros 

Hace 50 años te amaba. Pensábamos en formar una familia. Estábamos uno por el otro. Con mis catorce nos encontramos. Hubiéramos sido padres jóvenes. No fue así. Aceptamos límites.

Yo estudiaba. Tú trabajabas como fresador y tus intereses te llevaron al dibujo de planos y colaborabas en un despacho de arquitecto.

No pasamos de toqueteos y besos. Evitamos aquello prohibido antes del matrimonio, en una ciudad de provincias marcada por el qué dirán.

Sin embargo, no nos libramos de habladurías. Cuando empezamos, me cogiste de la mano en un espacio reservado del parque fuera de esas miradas intrusas.

Coincidíamos en bailes y bailábamos manteniendo distancia que con el roce se fue acortando.

No nos duró. Perdimos ese impulso que arrastra, por reprimirlo y no vivirlo, porque nuestros pasos tomaron rumbos distintos, porque el deseo es así, hoy no puedo vivir sin ti, y mañana miro otros gestos que tientan.

Primero sentí un abandono. Una falta de esa exclusividad que me habías regalado durante ese tiempo de novios con planes de futuro.

Te dije que te veía más como un hermano.

Lo dejamos.

Si no hubiera sido así, quizás hoy miraríamos juntos un pasado.

Nunca se sabrá.

Lo vivido es algo que nunca da otra oportunidad.

Tampoco puedo apuntar aquello del primer amor.

Ese amor que arrastra y te expone tardó en llegar.

Con ese no se podría dar nada más.

Su muerte no dará pie a otra oportunidad.

Tampoco creo que se pudiera dar, más allá de recuperar una mirada que nunca volverá.

Es cierto, que cuando miro atrás me recuerdo de una forma que no puedo representar.

La percepción de mí no esa. Era otra. Múltiples son mis pieles que han ido mudando con duelos y pérdidas.

El llanto sale en ese momento de ahogo emocional.

Te vas quedando sola. Escribir ayuda a digerir esa soledad.

Comunico bien, pero no establezco vínculos duraderos.

Aprecio, pero querer, lo que se dice querer, no lo suelo sentir por muchas personas.

He amado. Amo. Admiro. Fui dada a idealizar sin tocar. La amistad correspondida escasea en mi vida. Ha sido estar a un nivel superficial. Hoy lo desecho. Prefiero estar en mi mundo.

Ayuda convivir. No sé quién sería, ni cómo lo llevaría. Me entrego a la comunicación del momento, pero vuelvo a mí recuperando mi pensamiento.

Muchos días me quedo en casa, sin salir.

Suelo salir a lo preciso.

Me desgasta estar. Debo recuperar.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Ayn Rand. Filosofía

 


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22 de noviembre

 El fondo de armario

Nos hemos desbocado. Hemos comprado sin orden ni concierto.

Que lo barato sale caro, es cierto.

Acumulamos prendas que apenas usamos.

Las grandes fortunas se han ido hilvanando en nuestros deseos de aparentar.

Las manos que hilan y tejen pierden derechos y caen en sus redes.

Salen de nuestros lugares y marchan allí donde los derechos no existen o son magros.

A eso se añade el coste de exceso de carga para la tierra, en tintes y basura.

Tomar conciencia al respecto es decir no a ese impulso depravado que mira para otro lado e ignora.

No mirar no hace que no ocurra.


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lunes, 20 de noviembre de 2023

El duelo renace

 


Mamá se fue a Huesca. A servir. Por propia iniciativa. Siguiendo la estela marcada por sus amigas.

Tras sus hermanos, ella la mayor de las tres chicas, asumió tareas cotidianas en lo doméstico. Ir por agua. Fregar. Lavar. Quitar el polvo. Cuidar de todos. Incluso de un tío, al que hacía la cama y limpiaba el dormitorio.

Su madre, mi abuela, lo aceptó a regañadientes. En una de las casas en que se ofrecía, le dijeron que era demasiado pequeña, y mi abuela contestó que a ella le hacía mucho papel.

A mamá le quitaron de ir a la escuela muchas veces, porque la necesitaban en casa.

En los tiempos de sirvienta aprendió corte y ganó amistades.

Se conoció con papá y él fue su único amor.

La tarde anterior a su muerte me dijo que se habían querido mucho, mientras yo miraba marchar a papá acompañado por C, una chica que los estaba atendiendo desde que a ellos les hizo falta, como interna.

Mamá le enseñaba y eso le gratificaba.

Una neumonía hospitalaria le cortó el hilo vital, la madrugada del 2 de febrero.

Después de su cena, marché a casa, para estar con papá. A ella le acompañaría una mujer, hija de la que hacía algunas tareas complementarias en la casa, y sustituciones. No pasó por mi mente que mi reencuentro después de unas horas sería con ella de cuerpo presente.

Con papá fue distinto. Se fue cuando yo lo tenía sujeto, abrazado, para que lo metieran en cama después de comer, en el hospital.

Los dos marcharon en el mismo hospital en que yo vine a este mundo.

A papá lo sacaron de la escuela y lo entregaron a la servidumbre, para coger unas pocas monedas. 

Cuando murió si madre no pudo ir a verla ni acompañarla.

Eso ocurrió en un tiempo duro y sangriento.

Ni mi madre, ni mi padre, tuvieron lances de ideologías. Aceptaban su condición. Se esforzaban por salir a delante. Luchaban por vivir y superar sus dificultades.

No lo tuvieron fácil. Juntos, se levantaron de muchos momentos difíciles.

Agradeceré siempre haber tenido estos padres.

No fue siempre, el mundo hizo que infravalorara mi condición, que me sintiera menos ante personas que lo tenían fácil.

Fui una niña que ayudó en las distintas tareas, de casa y de lo que ocupaba a mis padres. 

Estudié porque mi madre fue exigente, y no me permitió dejar de lado el esfuerzo.

He dedicado mi vida profesional a la enseñanza. Ella estaba orgullosa.


Hoy, escuchando una jota la congoja me ha arrastrado a recordarla en la voz de mi madre.

Pasan los años y el duelo renace.


20 de noviembre

 20 de noviembre 

Llevamos días sin saber de ella.

Mar.

Cada día recibíamos, en nuestros respectivos móviles, un memé de buenas noches y otro de buenos días.

Yo veía los dos por la mañana.

Nunca faltaba a su cita. Le respondía.

Si era en otro momento del día, me ajustaba a él.

El 12 dejó de llegar el suyo y el mío no tenía las mascas en azul de visto.

Raro, pero admisible. En la repetición, tras cuatro similares, telefoneamos. No contestó nadie. Imposible.

Hoy hemos sabido que el 13 murió.

Éramos de la misma generación.

Una amistad tejida de coincidencias.

En Barcelona.

Marchó tras enviudar cerca de la familia de él.

No nos habíamos vuelto a ver.

Contacto en redes sociales y whatsapp. Alguna llamada.

Me produce pena por ella.

Teníamos un amigo común que se fue antes.

Era generosa y comunicativa.

Nos faltará.

Este viaje empieza a cargarse de pérdidas.

Descanse en paz.


domingo, 19 de noviembre de 2023

19 de noviembre

 19 de noviembre 

La inseguridad de ser…


Ser ante los demás.

Ser alguien.

Ser parte.


Estar ausente de mí para encajar.


Han pasado los años.

Fui.

Ahora miro de reojo ese pasado.


Olvidé mis sueños.

Olvidé.

Mis propósitos.

Mis gustos.

Mis talentos.


He llegado a ninguna parte cargada de un equipaje que se desconcha y cae.

sábado, 18 de noviembre de 2023

18 de noviembre. Tema sugerido por un aporte encontrado en Instagram.

 Beber

Bebí.

Si bebo, noto de inmediato su efecto.

Me suelta la lengua.

Vivo una sensación de euforia.

Ya no bebo de más.

Lo evito.

Me hizo daño.

Emocional y físico.

Tras una intervención quirúrgica, en el verano del 92, dejé tabaco y alcohol.

Aún así, si tomo una copa por razones sociales, bebería más.

Mi sentido del gusto se complace en el reencuentro.

Evito dejarme llevar.

En mi infancia un porrón con vino estaba a mi alcance.

Aprender a beber de él era un logro.

El pan con vino y azúcar.

Los años de amistades para salir y conversar trajeron un beber sin más límite que el del tiempo transcurrido y la cartera (dinero disponible). Entonces no había tarjeta ni móvil.

Tuve el tropiezo agudo que me hubiera llevado a un proceso irreversible. De él salí. Eran finales de los setenta y los ochenta.

Nos expusimos sin cabeza. No caí en otras drogas. Sí, drogas, porque el alcohol lo es.

Se han vendido los beneficios de tomarlo.

No lo tengo tan claro.

No beber, hoy, en mi caso es lo normal. Puedo participar del jolgorio con agua y disfrutar.

Me enaltezco sin su presencia. Lo hago disfrutando de la compañía.

El café sigue en mi dieta. Uno al día. El que me hago por las mañanas para desayunar. Un segundo café casual si coincido a media mañana con los demás.

Chocolate negro a diario.

Los he apuntado porque son estimulantes.

Procuro cuidarme, pero padezco de migrañas a menudo.

Si se me pregunta sobre mi negativa a tomar un vino, o cerveza, señalo esa dificultad.


Escrito sugerido por https://www.instagram.com/p/CzVo5v4tpiM/


18 de noviembre

 Amoar (amor+amar)

Ser amado desde el deseo y el placer.

Desde la piel.

Desde un cuerpo subyugado

Desde el ser ausente de sí.

Desde la mente que enfoca en tu cuerpo todo su impulso e ímpetu.

Sentirse en el deseo de otro ser.

Materializarse en un encuentro frustrado.

Vivir fuera de ti.

Estar ausente en el juego de dos cuerpos que se mecen en éxtasis de placer.


jueves, 16 de noviembre de 2023

16 de noviembre

 Comentario. 16 de noviembre 


La letrina, en mi casa, cuando nací, no era un water o inodoro, era una madera situada a cierta altura con un agujero que iba a parar a un patio o corral, donde se unía al montón de paja, cama de las vacas, que se renovaba dos veces al día, tarea que hacía mi padre o un señor que le ayudaba y vivía en una habitación con ventana a la fachada, situada fuera de nuestra vivienda, en la que posteriormente ensayaban los Makois, grupo musical que promovió mi primo con mi hermano y un grupo de amigos. Tengo recuerdos muy confusos, que pueden serlo de mi memoria o de lo que se explicaba de esos cincuenta en que nací. Debajo de la cama teníamos un orinal, para la noche, que se vaciaba directamente en esa letrina. Posteriormente se puso una taza de water y un lavabo. El agua era de nuestro pozo. Subía a dos depósitos y bajaba a suministrar en aseo y cocina. Nos bañábamos por partes en la cocina. No conocí bañera con ducha hasta que nos fuimos al piso, en mis 16 años. Conocí la ducha en casa de mis tíos de Barcelona. Allí solía pasar un mes de verano. Mi madre me llevaba y en agosto volvía con mis tíos. Mis primos se fueron añadiendo con el tiempo. Esa convivencia fue determinante. Cuando empecé a trabajar en docencia lo hice en Barcelona porque aquellos veranos fueron maravillosos.


martes, 14 de noviembre de 2023

14 de noviembre. Hoy

 14 de noviembre 

Hoy sí es martes.

Mucha humedad.

Estamos en territorio de lluvias.

Allí hacen falta.

Aquí se acumula ropa por lavar.

Tendederos al aire.

Vacíos.

El cuerpo lo padece.

Máquina en acción.

Quita un agua que sorprende está en el espacio interior.

Migrañas.

Dolores.

El cuerpo responde.

Alergia.

Por una u otra razón, tengo la sensación de no tener espacio en que mi físico se acomode.

Busco ser positiva, pero me lo pone difícil.

Mañana tengo cita de vacuna.

La quinta dosis.

No iré.

Desconfío de su efectividad.

Inseguridad total.

El patio está revuelto.

¿Por dónde saldrá?

Ayer

 12+1 noviembre 

Hora 13:13

¿De qué y de quién?

De mí.

De mi entorno.

Del filtro que hago en memoria de tránsito transitoria.

13:15

Tempus fugit 

Tengo una amiga que tiene el 13 como de suerte.

Hoy no es martes.


domingo, 12 de noviembre de 2023

12 de noviembre

 12 de noviembre 

Estaba fascinada. Tener a mi alcance la herramienta que me permitía controlar el proceso, sin intermediación de nadie. Dejar rastros de lo que mi mirada seleccionaba. Vivirlo tras el visor y acercar al detalle sin acercarme.

La fotografía, entonces, era un intento que sólo daba su fruto tras el revelado del carrete.

Tuve el contacto con la fotografía en mi niñez. Mi tío me tuvo a su lado mientras seguía ese proceso de revelado. Él hacía reportajes y fotos de encargo. Su época dorada en el blanco y negro. También nos recogió en movimiento.

Otro tío, el que volvió a España a vernos, cuando yo tenía doce años. Nos trajo una cámara para mí y mi hermano. La conservo. La hice mía.

Hoy los móviles han arrinconado mis cámaras.

Adquirí una con el dinero que ese verano tenía. Creo recordar que la cifra se correspondía a más de dos meses de nómina. Se llevó mis ahorros y la paga de verano. Era el 1985.

Me apasionó. Tuve una igual en mis manos y quise adquirirla.

La fotografía quedó a un lado.

Cuando empecé a publicar en blog, en el verano del 2006, encontré en ese medio el soporte para mis fotografías. Ya en digital. 

En YouTube fui aportando algún que otro vídeo. Posteriormente en Vimeo, espacio que se acomoda mejor a mi intención.

Subí en Picasa. Ahora absorbido por Google.

Hubo otro momento singular. En el 2007 puse en marcha espacios en Ning, alojamiento que pasó a cobrar. De aquellos proyectos quedan páginas y grupos en Facebook.

En estos momentos con requerimiento de pago. Lo gratis se va acotando.

Instagram no fue un sitio principal.

Creo que llevo más de dos años por Tiktok.

No me esfuerzo especialmente. Participo con perfil bajo. He reducido mi actividad.

Otra vertiente que me acompaña es la de dibujar. Para ella un perfil de trazos visuales.

Los blogs me llevaron a comunicarme y a escribir.

Escribir predomina. Prosa poética. Poesía. Narrativas. Novelas.

A lo largo del camino se han ido borrando muchas de las cosas activadas. Sus alojamientos cerraron. Especial mención a Myblog, Coctelera, Libro de arena.

Empecé en un foro, Tus relatos, allí participé con textos e interactué. Pasé a Bubok. Allí mi primera novela. Pagué porque me la editaran. Otros libros que autopubliqué.

Tenerlos fue una sensación muy positiva. Había accedido a ello.

Promover no se me da. Tampoco le pongo ganas.


miércoles, 1 de noviembre de 2023

1 de noviembre

 1 de noviembre 


Que no nos atrape el silencio.

Que la mente lo acalle.

Que fluya el pensamiento.

Que la consciencia de ser sea un hecho.

Que vivir no nos deje fuera del tiempo.


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28 de enero