20 de mayo
Teníamos una libreta pequeña (diminuta), en la que escribíamos las reglas de ortografía, conforme nos las hacían memorizar y aplicar.
Los dictados eran el pan de cada día.
Como docente, los dictados que les hacía a mis alumnos, debían venir preparados.
En mi caso no. El dictado, supongo que escogido de acuerdo a nuestro nivel, era una sorpresa.
Preparados o no, eran una especie de tortura.
Ese desiderátum de evitar errores ortográficos todavía colea.
Nuestra lengua española tiene sus dificultades.
Hoy en día, estos medios digitales facilitan las cosas, señalando los posibles errores.
Escribir correctamente, ahora que lo pienso, lleva una vida.
Por una parte, el trazo. Por otra la corrección.
No sólo eso. La frase y el párrafo. La puntuación.
Aunque en mi docencia acompañé en el aprendizaje y mostré modelos de corrección, yo misma, en esta actividad tengo momentos de inseguridad.
Hago uso de diccionario, ahora con un buscador.
Además, manejo esa escritura en catalán y castellano, haciendo frente a interferencias e inseguridades.
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